LIBRO DE VISITAS

domingo, 4 de marzo de 2012

TURNO DE URGENCIAS

Que yo recuerde, en cinco años de profesión, creo que ya es la segunda vez que me ocurre.

Serían las dos de la mañana cuando una mujer mayor (yo la echaba no más de 80 años) se acerca a la recepción. Me comenta que su marido se encuentra mal, dándome a entender que padece del corazón. Yo me ofrezco a llamar al hospital, pero la mujer rechaza mi oferta, pidiéndome que llame a otra mujer que se alojaba con ellos. Llamo a la habitación y le comunico lo sucedido. La mujer se reúne con la anciana en la habitación para ver al hombre cuando al rato me pregunta la dirección del hospital. Le entrego un plano y le indico la ruta.

- Parece sencillo, pero seguro que me pierdo.

Yo vuelvo a insistir en lo de llamar al hospital, y la mujer me pide que llame a una ambulancia medicalizada, para poder estabilizar al hombre (a todo esto, el hombre estaba bien, ¿eh? Había nervios, pero sabíamos disfrazarlos). Llamo a la ambulancia y a los pocos minutos (no más de quince) llegan. Finalmente se llevan al hombre al hospital (en observación). A la noche siguiente, pregunto a la compañera, y resulta que el hombre ya está de nuevo en el hotel.

La verdad es que en estos casos, uno acaba con los nervios a flor de piel, pero lo importante es saber controlarlos, tranquilizarse y seguir un único y sencillo paso: llamar a una ambulancia. Y suerte de que no llegó a más, porque la otra vez que pasó... No sé si ya lo he comentado en otro post, pero, resumiendo: bodas+alcohol+señor mayor = susto enorme.

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