LIBRO DE VISITAS

sábado, 9 de junio de 2012

POR UN OÍDO ENTRA...

A ver si vosotros me ayudáis a resolver este enigma. Si un grupo tiene contratado con un hotel unos horarios (es decir, se han planeado horas de desayunos, comidas, cenas, reuniones, llegadas, salidas, idas y venidas), ¿por qué luego se pasan esos horarios por el arco del triunfo? Quiero decir, que en el tiempo que llevo trabajando en el hotel, he visto varios grupos que tenían contratado el desayuno a cierta hora (suele ser entre las 8 y las 9 de la mañana), pero luego ya empiezan a bajar a las 7.

Los desayunos del hotel son de 7 y media a 11 lunes a viernes y de 8 a 11 y media, fines de semana y festivos, pero la gente, ya digo, baja cuando le da la gana, y a veces bastante antes de la hora acordada (ya tuve hace tiempo un enfrentamiento con una cliente por este motivo). Pero lo último es un grupo que tenían acordado el desayuno a las 8 (además de que era sábado. Sí, HOY ha sido), y la primera persona ya se presentó en el hall a las 7 y cuarto. La chica que lleva los desayunos estaba aún montando el comedor (con la idea de que abríamos a las 8), y se encuentra de repente con una invasión de hambrientos una hora antes de la apertura. Intentó hacerles entrar en razón diciéndoles que no abría hasta las 7 y media (les veía tan ansiosos a los animalicos...), pero por uno les entra y por el otro les sale.

Desde aquí hago un llamamiento para los jefes de grupo u organizadores de este tipo de reuniones. Díganles a sus compañeros la hora del desayuno, y que antes NO se sirve. Que luego hay malos rollos (como aquella mujer que bajó a las 7 a desayunar y que hasta las 8 no abríamos, pero que ella se tenía que ir a las 7 y media y que sólo quería un café, y que no había manera de hacerla entrar en razón).

Y esto me lleva a otra pregunta: ¿por qué la gente NO pregunta dónde es el desayuno? Que tengo gente que sale del ascensor y como lo que ven delante luego es una puerta, la abren, sin saber que les lleva al restaurante. Y cuando se atreven a preguntar (indicándoles que el comedor del desayuno está a la vuelta de la esquina), ¡siguen recto! Vamos, que por uno les entra.

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