LIBRO DE VISITAS

jueves, 10 de septiembre de 2015

09/09/2015

Gran momento, amigos míos. Qué gran momento (nótese el sarcasmo).

A eso de las 00:30 de la madrugada llega un matrimonio con dos hijos adolescentes (14 años). Efectivamente, tenían reserva hecha. Pido documentación. Me la entregan. Todo correcto. Cuando le devuelvo el DNI al padre, éste se me queda mirando. Yo, con el brazo extendido, el DNI en la mano.

- Déjalo en el mostrador. No me gusta coger las cosas directamente de la gente (El recepcionista teme que el cliente esté algo "tocao del ala")

Dejo el DNI en el mostrado de la recepción sin problema y sigo con la burocracia y el papeleo del check-in. Me preguntan un par de cosas más (algún sitio para comer algo y un evento que días más tarde se iba a celebrar en el hotel y que teníamos folletos en el mostrador). Entrego la llave y suben a la habitación.

Hasta aquí, todo correcto. Hasta que al poco baja el hombre hecho una furia

- ¿Cómo tienes el hotel hoy?
- ¿Perdón? (El recepcionista queda perplejo ante la pregunta y el tono de voz del cliente)
- Si tienes habitaciones libres.
(El recpecionista comienza a pensar que ha pasado algo con la habitación)
- Si, tengo habitaciones libres.
- ¿Y teniendo habitaciones libres me das ésta?
- Disculpe, caballero, pero las habitaciones se asignan el día antes y...
- Pues me vas a dar una habitación buena. Y con vistas a la piscina porque mañana vamos a pasar el día en la piscina. Y saldremos tarde porque así lo hemos hablado cuando hicimos la reserva (el reepcionista mira la reserva y no pone nada de que salgan más tarde de la hora). Y si alguien te pide de comer fuera, la ciudad estará cerrada para ti porque no tienes recursos. Tú no vales para trabajar en hoteles. Mañana vas a estar en la puta calle. Y me caes mal porque sí.

(Gracias señor. Yo también le quiero)

Al día siguiente, el hombre no pasó por recepción en todo el día. Sólo una vez, y porque es necesario para ir al salón del desayuno (y, según me contaron, tratando de esconderse).

Y esto es a lo que nos enfrentamos los recepcionistas muchas veces: gente que si ven algo que no les gusta (lo que sea, incluso siendo una nimiedad que se puede solucionar al momento), montan el gran escándalo, conm gritos, golpes y amenazas. No ven que es más fácil pedirlo de buenas maneras, con un "por favor" al principio y final de la petición. Nosotros no tenemos la culpa de que las vacaciones te sienten mal. La próxima vez, te quedas en tu casa. O, mejor aún, te pones cinco minutos a mi lado del mostrador y ya me cuentas. Con gente como este hombre se te quitan las ganas y la ilusión de este trabajo.

PD: Si vendes una escopeta, llámame 555-1234